Una nueva campaña
inicia y con él una nueva generación de jóvenes que en busca de un sueño se
enlistan en los campos de entrenamiento de la Escuela de Arquitectura de la
UNAH. Es de conocimiento general que el plan de estudio no ofrece una buena
introducción a la carrera con Lenguaje Gráfico como clase inicial que sirve de
apertura a Iniciación a la Arquitectura por lo que muchos reclutas no tienen el
conocimiento de las aptitudes que se necesitan para estudiar arquitectura, que
fuera de todo egocentrismo y como en toda carrera, no es para todos solo para
algunos.
Es en esta etapa donde
comienzan a desertar de las barracas los primeros estudiantes que simplemente
no sabían a lo que se metían, lo que se traduce en casi un año de estudio perdido.
Pero no es esta la única causa de que muchos compañeros no puedan cumplir su
sueño de ser arquitectos graduados de la UNAH. Luego de lograr superar la
prueba física y mental del desvelo de Lenguaje Gráfico, la mala orientación y el
bloque de seis clases del área físico –matemática son el campo minado para la
gran mayoría de soldados que terminan abandonando sus trincheras y desertando
hacia otros frentes de batalla, muchos de ellos sin intentar siquiera cruzar el
campo espantados simplemente por la cantidad de mutilados en el intento.
Para este año la cantidad
de estudiantes de arquitectura “killed in action” (muertos en acción) ha ido en
aumento para tristeza de todos los que hemos sufrido la pérdida de un compañero
de lucha del cual conocemos grandes aptitudes para la arquitectura pero el
descuido, la falta de orientación, la irresponsabilidad y en algunos casos la
bala perdida de un maestro que se levanto con el pie equivocado y olvidó poner
el seguro de su arma, les ha retirado del campo de batalla.
Luego de un lento,
cansado, frustrado y largo avance de los pelotones de trinchera en trinchera, pocos
podemos decir que la guerra está a punto de terminar y que podemos respirar
aires de libertad no sin antes mencionar que las heridas del camino han mermado
nuestras fuerzas, obligándonos a pelear probablemente solo con uno o dos cartuchos
de municiones para el par de clases que los requisitos nos permiten matricular
a estas alturas del combate.
Pero las esperanzas y la
fuerza de voluntad deben ser nuestro rifle de asalto preferido. Conforme el
tiempo pasa, las batallas van perdiendo intensidad y para los veteranos de la
“facu” no nos queda más que transmitir nuestras experiencias en los momentos de
ocio que nos quedan en las ya tradicionales mesas para veteranos de la salita,
experiencias que para los novatos infantes resultan básicas en su intento por
cubrirse las espaldas, sujetarse bien el casco y aprender de los errores de los
que van cayendo o avanzando por delante tal y como lo dice el viejo refrán, “soldado
avisado, no muere en batalla”.
Escrito por Juan Carlos Manzanares
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